Aún confinados, nos preguntamos qué pasará cuando podamos volver a la normalidad, cuando todavía nos vemos sumidos en esta crisis sanitaria, es inevitable preguntarnos qué nos deparará el nuevo futuro tras superar esta pandemia.
Muchas informaciones económicas que nos llegan durante estos días nos dicen que vienen tiempos duros, muy duros diría yo. Habíamos comenzado un 2020, continuado por una línea marcada del año anterior, con precios estables y una moderación y estabilidad en las operaciones inmobiliarias. Lo nuestro nos había costado. Los precios de la vivienda, que ya habían recuperado un tanto por ciento importante de lo caído en la crisis del 2008, van a volver a perder terreno, aunque todo hace indicar que la recuperación va a ser más rápida que en aquella ocasión, ya que aquella recesión derivó de una crisis financiera y los bancos eran el problema, no como ahora que van a ser la solución.
Esta crisis económica, la disminución del PIB y sus implicaciones en el mercado laboral van a traer una caída en la demanda de vivienda y, a su vez, también un aumento de la oferta, debido a que muchos propietarios necesitados de liquidez pueden poner a la venta sus segundas residencias o sus inversiones, aplicando rebajas para conseguir ventas rápidas. Esta situación provocará una vuelta de inversores con capital, de nuevo a la búsqueda de gangas.
Así lo ven los entendidos del sector, se prevé una caída de la actividad casi total, pero confía en la pronta recuperación.
“La crisis será profunda, pero la recuperación podría ser sorprendentemente rápida”, asegura Hans Vrensen, European Head of Research & Strategy en AEW Europe.
En la misma línea, Andrew Burrell, chief property economist de Capital Economics, cree que “los mercados se recuperarán mucho más rápido de lo que hicieron después de la crisis financiera global de 2008, cuando vivimos muchos trimestres consecutivos de declive de la economía”.
Queremos volver a ver las calles llenas de gente, alegría en los comercios, en nuestros bares y restaurantes, porque al final nuestros barrios lo van a sufrir con creces. Nuestro sector inmobiliario es junto con el de ocio, restauración y hostelería, uno de los más afectados. Y en todos sus aspectos. No hay todavía datos fiables de hasta dónde pueden llegar los descensos, tanto en operaciones de compraventa como en precios. Las horquillas son amplias y ligadas a la duración de las medidas de confinamiento, la caída del PIB y las consecuencias en el mercado laboral.
Será crucial en ello, no sólo la acción del Gobierno, con la implementación de planes de reconstrucción económica, inyecciones monetarias directas a familias y empresas o la puesta en marcha de acciones inéditas, como rentas básicas, al menos para los segmentos más vulnerables, que pueden mejorar las condiciones de la tímida demanda resultante y determinar de manera importante los ajustes, entre ellos los precios de la vivienda. La actuación de las grandes empresas y de todos nosotros, también será importante en el devenir de los próximos meses.
Los expertos que han participado en el webinar organizado por la AIC y el COAPI de Barcelona han querido hacer sus predicciones de cara al final de esta crisis que califican de “temporal” y han vaticinado que el mercado vivirá un 2020 “difícil” pero que volverá en 2021 a un comportamiento estable y dentro de la normalidad.
Por su parte, el secretario general de PIMEC ha hecho una lectura constructiva de la crisis del COVID-19: “A raíz de esta situación excepcional han cambiado ciertas cosas para siempre. Hemos conseguido en sólo unas semanas alcanzar una cultura digital que hubiera tardado años en llegar. Este cambio de paradigma en el uso de las tecnologías digitales ha venido para quedarse”.
La regla básica de las tormentas nos dice que cuando las condiciones que la han originado desaparecen, la situación tiende a normalizarse. Pero debemos aprender, lo estamos haciendo ya, de lo que ha sucedido en nuestro sector inmobiliario, de lo que nos ha funcionado y nos ha permitido seguir existiendo y de lo que no.
De esta crisis se tiene que sacar el máximo provecho, nuevas oportunidades que no hay que dejar pasar y el amanecer de la crisis nos permitirá poner en marcha lo aprendido, de crecer personalmente y de reestructurar nuevos métodos y formas de trabajar.
¡Ánimo y buena actitud, los imprescindibles en estos momentos!